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Olvidar
es un trabajo breve
fecundo en resultados.
Me aplico y sin esfuerzo
millones de lagartos devoran
con ritmo diluviano
marañas que forjaron
mis cariños, lastres
pegajosos por queridos,
molestas trazas
cerebrales de aquello
que escogí
cuando era un hombre.
Un perezoso avanza en retroceso
subiendo hasta las venas
del recuerdo, mastica y
se alimenta de golosos sustantivos,
nombres propios como hermanos
desnudándome paciente
con las brumas,
su diente abrasando mi acertijo.
Dentro de mí
renace enrabietado
un niño grande;
tras cada roto axón
me acerco al objetivo,
desconexión tenaz y programada
hasta mi nada hiriente.
A veces
las arañas se resisten
laboriosas y urden viejas
tramas que galopan
azules los destellos
-Olor que fue verano
tu beso en mi mejilla
tu rostro junto al mío
tu mano y mi extrañeza-
retazos que salpican
mientras yo, jugando al
escondite
me oculto en mi guarida
ausente de emociones.
¡¡Oh!! Retorno al niño
que no fui
descreciendo por momentos
¡¡atrás, atrás, al útero gigante!!
Vuelvo a ser como no era,
oscuro y negro eterno
como antes,
como antes de haber sido:
vacío, vacío, vacío…
¡Sentid el universo pleno!
...
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2 comentarios:
Saludos,Ignacio. Un gusto estar en tu espacio.
Abrazos.
Entro por vez primera en tu blog y me encuentro con este poema que enseña como se puede menguar sin perder la dignidad. Enhorabuena!
Un abrazo.
Pedro.
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