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Podría empezar con fumarolas en los techos,
o tal vez devanando
una porción de enredos como mis manos robles,
aunque prefiero la cuarta parte oscura
que se oculta del verso y de la tierra.
Nada me impide asaltar el hueso de los verbos
o extender un racimo de adjetivos
muertos, exangües, nochibundos,
colorientos, languiflojos y sedados
hasta el codo,
pero elegí el temblor de las palabras ciertas,
las que huelen a escombros y pinchan
y son dientes; las que tiran a dar
y siempre aciertan con los ojos
y luego aprietan, aprietan y convencen
y más que todo asustan.
Porque no nos gusta el rostro denso de los ciegos
ni recordarnos poderosos
y ahora octubres;
porque creímos en París, sus alamedas,
y en las calles de pavesas durmientes
pintadas de lechuzas;
porque te elijo a ti
como digo correr, camisa o calendario,
como escojo vivir sin aspavientos,
buscándome en los hombros
y tal vez sea libre.
...
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2 comentarios:
Nochibundos, languiflojos, colorientos.
Que palabros tan bonitos Ignacio
Claro que nadie te impide adjetivar como te venga en gana pero como eres un poeta muy serio pues.....
Es un pedazo de poema, Ignacio.
Vuelvo de nuevo gracias a las palabras de Bletisa en su blog aconsejando la lectura de tus letras, y es totalmente cierto. No entiendo cómo este blog no se encuentra saturado de SEGUIDORES y COMENTARIOS. Creo que la calidad y la popularidad están reñidas en este mundo "virtual" y quién sabe si mucho también en el que convenimos llamar "real"
Noto cuando un poema es bueno, además de por otras cosas de sentido común, cuando me inspiran y me incitan a tomar un lápiz para ponerme a escribir.
Mi enhorabuena, Ignacio.No sé cómo aún no te había enlazado a mi blog.
Un abrazo.
(PD. Y a ver si Bletisa regresa pronto. No se imagina cuánto la pareciamos.
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