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Hay algo que te aprieta
y me salpica,
y de ahogos me detiene.
Son tantas las bandadas emigradas,
tantos los dientes desgastados
en cada una de nuestras miradas adivinas,
tantos escombros tiernos
cubriendo los abrojos.
Y te aprendí secreta sin nada que cambiarte,
guardada para adentro, casi escondida;
esas fueron las primeras siembras
sobre tus ramos de silencio,
como surcos abiertos entre llamas,
promesa sugerida y paciente.
Así escogí querer,
                                      con tus rincones.
Ya sé que cualquier día
derramarás toda la piedra que te ocupa
de escorpiones y de ojeras,
que me caerás con besos a las manos,
con daño retrasado, puntiaguda, herido
de ambos labios fuertes.
Así acepté seguirte.
Hay algo que te cierra
                                      y nos construye
                                      y a ratos, me soportas.
...
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4 comentarios:
esos ratos todo lo borran
A las duras y a las maduras, dice el refrán.
Me gustó.
Saludos.
"Y te aprendí secreta sin nada que cambiarte,
guardada para adentro, casi escondida;"
Que bonito Ignacio; así es cómo hay que querer.
Qué bueno poder utilizar las palabras como tú lo haces para expresar tantos sentimientos y poder compartirlo desde este entrañable lugar. Felicidades.
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