atraída por su agrio olor tan fuerte.
Trae promesa de un peligro excitante
y tan de frente que la obliga a demorarse
en su carrera
-cómplice del duelo del amor
y de la muerte-
El león la abraza enamorado
de su espanto.
La besa con beso posesivo,
y absorbe sus alientos hasta hartarse
-borracho de sollozos-.
Mirándose de amor, al amor ceden
los dos con sangre apasionada.
Y así tumbados
el misterio de la carne se resuelve:
el león y la gacela son amantes…
(…pero no lo saben).
...
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