jueves, 7 de enero de 2021

LA NOCHEBUENA SE VIENE...

 


Sobre el aparador reposa un pequeño Belén con apenas lo imprescindible: La Familia, el niño en el pesebre, la mula, el buey... y nada más.

El resto de “notas” navideñas se reducen a un mínimo abeto artificial a la derecha del televisor, con sus lucecitas intermitentes, y algo de espumillón por las paredes de la pequeña habitación.

María, sentada sobre un sofá de escay, muestra una sonrisa dulce y perdida, casi soñadora. No es muy mayor, pero sí lo suficiente para haber conocido tiempos peores, aunque con su pelo descuidado y la bata de boatiné, aparenta más edad.

Su hijo le ayuda paciente con la cena mientras ella, llena de sorpresa, no para de preguntarle:

- ¿Hoy es Nochebuena?

- Sí, mamá, como siempre…

- ¡Qué bien…! Es que a mí me gusta mucho la Nochebuena, ¿sabes?

- Lo sé, mamá, lo sé…

- ¿Y cómo es esa historia tan bonita que me cuentas a veces?...

- ¿La del nacimiento?...

- ¡Esa… , esa…! Aplaude María con entusiasmo…

- Pues verás… Hace muchos años, en una noche como la de hoy, se acercaron a Belén dos jóvenes recién casados. Ella estaba a punto de dar a luz, pero no hubo manera de encontrar dónde alojarse. Como era invierno y hacía mucho frío, algún alma caritativa les dejó dormir en un establo, dónde había una mula y un buey…

-  ¡Pobrecitos!, -le interrumpe- pero sigue, sigue

- … y allí, María dio a luz a un niño precioso. Como no tenían cuna lo tuvieron que acostar, envuelto en una mantita, en lo más parecido que tenían, que era un pesebre de paja…

- ¡Ay…ella se llama María como yo!

- Claro mamá, ya lo sabes de otras veces…

- Pues no me acordaba…  -responde algo abochornada, mientras baja la vista-

- Al niño le pusieron de nombre Jesús…

- ¡Jesús... cómo tú!

- Sí, como yo… Entonces, José y María se prepararon para dormir, pero empezaron a llegar hasta el establo algunos pastorcillos que habían sido avisados por un ángel…

- ¡José… igual que tu padre!

- No, mamá, papá se llamaba Anselmo ¿no te acuerdas?

- … ¿estás seguro?...

- Claro, mamá…

- Ah… ¡qué tonta me he vuelto! ¿verdad hijo?

- No mamá, un olvido como otro cualquiera…

- Ya… -dice María sin convicción mientras deja escapar una lagrimita-

Y así siguen hasta que terminan de cenar.

Después ven un rato la televisión. Cuando Jesús nota que se adormila le mueve un poquito el hombro con delicadeza y le dice que ya es hora de ir a dormir.

- Pero si todavía no ha hablado el rey, -protesta María-

- Que sí, Mamá… pero estabas entretenida con la cena y no te has dado cuenta… - miente el hijo-

- ¿Qué raro?… pero si tú lo dices…

Y sin más discusiones, María se deja acompañar al baño y luego a la cama, donde cae rendida.

Jesús la arropa con delicadeza, le da un beso en la frente mientras le susurra -buenas noches, mamá-

- No, no te vayas todavía… ¿Cómo es esa historia tan bonita que me cuentas a veces?

- ¿La del nacimiento?...

- Sí, sí… esa que tanto me gusta…

- Pues verás… Hace muchos años, en una noche como la de hoy, se acercó a Belén una pareja de recién casados… - y con toda la paciencia del mundo, comienza por enésima vez a contarle el Nacimiento de Jesús-

Cuando María se queda dormida, Jesús vuelve al pequeño salón, apaga el arbolito de navidad y enciende, sofocado, el ventilador; luego abre la ventana y comprueba que todavía hace demasiado calor fuera para dejarla abierta en este verano tórrido.

Después repasa mentalmente las tareas del día siguiente: Lo primero la visita al médico con su madre para la revisión; también tendrán que hacer algo de compra – qué no se le olvide coger algo de turrón y mazapán- y un paseíto largo antes de que suba el calor. Sí, eso harán.

Entonces vuelve a recordar el principio de todo, y rememora aquellas navidades de 2020, cuando el maldito coronavirus infectó a María y le dejó, como regalo, graves secuelas neuronales y sin apenas memoria. Ahora parece una niña con la vida detenida en una Nochebuena infinita. Los médicos tienen muchas dudas sobre sus posibilidades de recuperación, y realmente no comprenden los mecanismos que ha desatado el virus en su cerebro. En cambio, Jesús sí que tiene clara una cosa:  que le pueden ridiculizar, e incluso reírse de él…  pero si a su madre le gusta la Nochebuena, seguirá siendo Nochebuena todas las noches del año, así sea agosto y caiga el sol a pedazos.

 

 

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