DESCUBRIMIENTO
Te acerco al vendaval
furioso de luces y carriles.
Aprieto con mi miedo tus dos manos
y sé que deberé dejarte ir.
Logré pasar el tiempo tan dormido
en mi propia rutina de crecer
que no advertí cómo nacían
rendijas en tu piel bajo la edad.
Hoy vuelve aquel día septiembre
y colegial cuando temblaba
cosido de tu brazo
para mirarte de nuevo saltándome los años.
Y donde fue la voz del padre fuerte
descubro el habla polvorienta
de un anciano.
Sí, te dejaré ir solo
solo
como a un niño en su comienzo.
E igual que tú me despedías
preocupado
cuidaré tu lento pasear
por las aceras.
***
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