domingo, 8 de febrero de 2015

El cuento del domingo. Esta vez es un poco más largo, pero bastante divertido. Seguro.











LA HISTORIA DE MANTEL Y MANTELINA

Era Mantel un mantel
lleno de cuadros cuadrados;
vivía en un "ristoran"
de puro estilo italiano.

Pero como dijo aquél
nadie es feliz con su suerte
pues lo que quería él
era ser sábana fuerte

Todos los lunes tocaba
ir a la lavandería
que para hacer la colada
era siempre el mejor día.

Allí entre tapetes de té
Mantel lloraba y lloraba,
y a un delantal de café
su ilusión le relataba.

Las servilletas reían,
las sábanas se mofaban
y con mucha picardía
esta canción le cantaban:

“ Este es el tonto Mantel
que nació siendo cuadrado
y quiere ser coronel
en vez de soldado raso”


La vida así transcurría
entre burla y macarrones,
hasta que por fin un día
vio cumplir sus ilusiones.

La cosa fue como cuento:
Otro lunes de colada
mientras giraban sin tiento
sintió algo que lo agarraba.

Mantel se volvió impaciente,
y notó una tela muy fina
que lo envolvía indecente:
¿Quién sería la atrevida?.

Entre giros y agarrones
vio que una rica mantelina
era quien daba tirones
causando tal tropelía.

Cuando se vieron de frente
se miraron a los ojos
se abrazaron de repente
y se pusieron muy rojos.

Mantelina era un mantel
de rica seda muy fina,
con elegante broquel
que nunca pisó cocina.

Cuando tendieron la ropa
estaban tan abrazados
que no hubo manera ni forma
de soltar lo ya enredado.

Y para aprovechar la tela
les dieron cuatro puntadas
cosiéronles unas letras
más una puntilla hilvanada.

¡Albricias! Con tanta preparación
lo que era un pandemonio
convirtiose en santa unión
terminando en matrimonio.

Junto a los otros retales
les llevaron al mercado
y el viaje de esponsales
disfrutaron encantados.

Viéndose así cosiditos
soñaban con catedrales
durmiendo bien calentitos
en los tálamos nupciales.

Mas si sólo eres un retal
medio feo, medio raro,
mitad cuadros, mitad chal,
es seguro que te venderán barato.

Y eso fue lo que pasó:
Un tonto que babeaba
la telilla enamorada se llevó
diciendo que la compraba.

Pero no temáis amigos:
al llegar el hombre a casa
sacó su lienzo de hilo
y con él se hizo la cama.

Y felices aunque pobres
Mantelina y don Mantel
se abrazaron en el catre
y se durmieron con él.

Aquí se acaba la historia
de Mantel y Mantelina
con la bonita victoria
del amor sobre la envidia.

(Aunque al final os diré
que no todo les salió bien
pues sufrieron un berrinche:
¿Sabéis cual?

¡¡En la cama había chinches!!)



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