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Antes de saberte mujer no había nada.
Me descubrí erizado de gusto
ante tus labios, sin entender
miradas, formas, cuerpos
abiertos, hembra presentida.
Porque antes de ti sólo oraciones.
Éramos ángeles niños sin alas,
con el sexo escondido entre pupitres,
con las manos sujetando un crucifijo,
con los ojos encerrados en medallas.
Porque traías peligro y candor.
Y en los bordes de tu risa instinto
y en las puntas de tus senos goznes
se engancharon, para siempre,
mis nacientes rezos a tu voz.
...
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2 comentarios:
El origen primero. Ahí la infancia era el todo mundo de nuestros incipientes goznes, donde presentir, al socaire de medallas, crucifijos y sentimientos únicos, por desconocidos- el más elemental y enérgico de los sentimientos. Luego fue el tiempo y sus desaires el que le fue poniendo nombre a nuestros desiertos.
Amor primero y único, de candidez imaginable. Hermoso entoces, como lo es ahora tu recuerdo en verso.
Así me llegó tu voz, Iganacio, desde este espacio tuyo.
Me encanta tu poesía,Ignacio.Tal vez sea esa profundidad ,esa intensidad con la que me identifico.
Saludos,amigo.
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