lunes, 13 de abril de 2015

De cuando las personas se elevan como casas y luego...


















HOGARES

Armado me sostengo de las piedras
primeras, tan hundidas
entre sueños, protestonas, tercas.

Y se me caen encima los hogares
que de mi supieron, viejos de nuevo
como espacios grandes desnortados
sin nada que añadir,
apabullantes, desistidos.

Me derrumbo con sus suelos brutos
alaridos, y una espuerta de voces
acalladas, y un sudor de polvo en los zapatos,
y un silencio estruendo en los oídos
y un silencio apenas un momento
arrastrado con llagas en la frente.

He perdido la fronda y los lugares mansos
que me empezaron todo,
donde los ríos,
donde los duendes.


***

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