sábado, 17 de diciembre de 2016

Ayer, en un bonito acto, se entregaron los premios del XXXIII (sí, treinta y tres), certamen literario de la Asociación de mujeres del Picarral. Como es un milagro que un certamen adquiera tanta veteranía, aprovecho para pedir desde aquí todo el apoyo posible a esta iniciativa. Dejo aquí un poema sobre violencia doméstica que leí ayer allí.















SPÍN
(Sobre violencia doméstica
o del sutil giro mental
que diferencia al hombre
de la bestia)

Se dio la media vuelta, transversal
sobre su eje,
dejó su medio rostro de animal
bebiendo a voces,
y tantas veces torció la boca de metal
sobre su esposa
que acabó, retorcido criminal
embrutecido,
girando un cuchillo gutural
de moratones
sobre la esfera más elemental:
Sus emociones.


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sábado, 10 de diciembre de 2016

Hoy tengo cuerpo de cuento, será porque se acerca el domingo...



















SUEÑOS, OJOS Y BALONES

Iván soñaba y soñaba tanto que se le escapaban los sueños. Aquél día, cuando despertó, notó un ojo, el izquierdo, muy revuelto. No paraba de moverse a todos lados, de dar botes, de dar saltos y patadas sin control. Y eso, además de ser muy molesto, dolía. Mucho.
Primero se lo contó a sus padres que lo intentaron todo: Gotas, lavados, sortilegios y arrumacos, pero nada funcionaba. Luego vinieron los médicos, los oculistas, los oftalmólogos -que se parecen mucho a los anteriores, pero son más largos- … y tampoco.
Entonces llegó la desesperación en forma de “te aguantas” y así durante tiempo y tiempo. Pero, al fin, un día, buenas noticias: Un médico que además era oculista, oftalmólogo y sabio -todo al mismo tiempo- se ofreció para curarle.
Una vez en su consulta, le estuvo mirando rato y rato con uno de esos aparatos raros de los oculistas. Parecía fascinado, pero apenas decía nada sino, de vez en cuando: “¡Ajá, lo que suponía!”, “sorprendente”, “¡huyyyy!... “
Cuando apartó la mirada del aparatejo, se quedó silencioso un tiempo, como pensando y luego dijo: ¡un árbitro, eso es!
- “Miren, en el ojo de su hijo ocurre algo maravilloso: se la ha metido un sueño, un sueño de fútbol y balones, pero se lo olvidó soñar al árbitro, así que falta alguien que ponga orden. Yo le prescribo que sueñe con árbitros y los coloque en su ojo izquierdo…”
La tarea no fue fácil, pues uno no sueña lo que quiere cuando quiere. Y menos aún, logra poner su sueño en el ojo. Pero Iván era constante y con tiempo, esfuerzo y algunos fracasos -en una ocasión coló un árbitro… pero en el otro ojo- logró su objetivo. Desde entonces el ojo izquierdo ya está muy tranquilo, pues el árbitro ha introducido orden y control. Ya no hay patadas ni empujones, sino buen juego. Así que apenas nota nada. Tan sólo, en ocasiones, el ojo se abre mucho de golpe y, como si de un eco lejano se tratase, se oye: ¡¡goool!!


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martes, 6 de diciembre de 2016

Málaga inundada... este poema que escribí en un viaje de vuelta, deslumbrado por su luz, es mi pequeño homenaje.

















DEL SUR


Ayer volví del sur dormido y duende
con un reloj de sol en cada mano
y una sonrisa arena entre los dientes.

Allí pisamos dunas y meriendas,
tendimos tu mantel pintado en olas
abierto a un mar azul lleno de soles.

Jugamos cuatro esquinas cataratas
derramadas de risas y escondites,
y luego
enterramos los pies embravecidos
en el fondo marino de tus caracolas,
donde las nubes se pararon
sostenidas por un viento adulto
de sirenas y tritones.

Ayer volví del sur y su horizonte,
quemado por un cielo abril,
soñando entre gaviotas
rizadas con tus nombres.


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sábado, 3 de diciembre de 2016

3 de diciembre... San Javier, como mi padre. Hoy era su cumpleaños y hoy, como cada año, le dejo aquí su regalo.

























ARRUGAS
(a mi padre en su 97 cumpleaños)


Qué extrañas las arrugas imponentes de tus huesos
temblando el calcio por los años
que no tienes y te cuento, y te pronuncio.

Noventa puñetazos en la fecha
señalados, y treinta caracoles, treinta,
que no llegan
como treinta monedas traicioneras,
como treinta aldabonazos.

Te quise adjudicar todas las deudas
y hacerte reo por faltarme tanto y cuánto
de tus dedos a mis canas sin remedio.

Ahora que no puedo imaginarte
siendo un viejo paso a paso
te adjudico una arruga por diciembre
de regalo, y la cuelgo profunda entre mis gestos.


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