lunes, 29 de marzo de 2010

FOTOGRAMAS

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Pensamos en la vida cual película
continua de paisajes y emociones.
Jugamos a galanes o villanos,
bailamos con Scarlett entre dos luces
de salones, marchamos junto a John
-centauros sin estribos-
y huimos de la muerte en la séptima partida
por recibir el beso apasionado
de una chica en Nueva York.

Pero al montar la secuencia final
me faltan mil escenas cotidianas,
el pegamento diario y anodino
de las almas, y nada más contemplo
un sopor de viejos fotogramas rayados,
como los mil besos que escondía Totó
en su lata de galletas.

-¿Acaso has olvidado que en el cine
los actores sólo aman
cuando ordena el director?-



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