jueves, 7 de mayo de 2015

¡Ay, los niños y sus preguntas!...










¿PAPÁ, CUANDO ME MORIRÉ?


Nicolás me preguntó muy preocupado
¿Cuántos años tengo que tener para ser viejo?
¿Y para morirme?
En un primer revuelo, me quedé en blanco:
No me esperaba semejante bombardeo.
Pero volví a los cuatro años, a los míos,
y fue fácil la respuesta:
Verás, cuando detrás de cada esquina
no te asalten las sorpresas,
cuando mires al cielo y no veas más que estrellas,
cuando en los bosques no haya ogros
ni lobos feroces que te muerdan,
te habrás hecho mayor,
así, sin más espera.

Pero cuando mires a los ojos a tu hermano
y no sientas deseos de abrazarlo;
cuando un día y otro día se parezcan tanto
que no puedas ni siquiera separarlos;
cuando veas niños llorando por la tele
y sigas comiéndote el almuerzo
sin indignarte y pararte a meditarlo:
Entonces estarás muerto,
aunque todavía no te hayan enterrado.



***

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