viernes, 30 de enero de 2015

Hoy os traigo un poema de comienzos. No de comienzos en la poesía, sino de comienzos en la vida, en el amor, cuando la sorpresa nos esperaba agazapada en cualquier rincón oscuro de un bar, y todo era peligro y emoción...
















SUBMARINA

Y sin decir nada me decías.

Te dejabas flotar celeste al aire,
burbuja fugaz rota de luces,
brisa casual que en mi estallaba.

Si algún amor hubo más paciente
no tendrá de tu espera la certeza
ni ese beso inexistente tan profundo,
que era verte y no ver lo que guardabas.

Submarina abisal entre almohadones
extendías tus sedales caprichosos
como alambres en las oscuras copas
aburridas de sus hombres,
distraídos tiburones fluorescentes.

La experiencia infantil de tu mirada
fue carnada suficiente a mis hambrunas.

Y allí mordí de tu peligro tres rincones
que me quitaron la sed...
... y un mar de dientes.


***

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