lunes, 3 de mayo de 2010

COMO LA PLASTILINA

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Recién jugaba con mis hijos
a modelar las barras blandas
de la plastilina pura, llena de colores
nuevos, con todo un universo
de formas en su espera.
Poco a poco surgieron los volúmenes,
crecieron las ciudades,
cayeron los imperios; los animales,
(lo buenos y los otros)
nacieron, atacaron y murieron
con un gesto elegante de silencio.
Y, al igual que nos sucede
con la vida y las palabras,
se fueron combinando los colores,
se mezclaron las figuras
como ideas que perdieran el brillo
inmaculado de lo entero.
Finalmente todo se quedó
en una bola de indefinible color amarronado,
tirando a mierda
que me recordó, salvando las distancias,
a la Tierra.



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